La hegemonía del Occidente en la ciencia de la invasión: estado actual y caminos hacia el cambio

A graphic representation of the biases in invasion science. In the center of the image, invasion science is represented as a brain lifting a barbel. To its right, representing "epistemic bias," are images of Descartes and a Greek philosopher. Beneath the brain, representing "geopolitical bias," are images of a map and a compass, respectively. To the left of the brain are books and a bar graph, representing "the primacy of English."

Para la version en inglés de este ensayo en dos partes, haga clic aquí y aquí./ For the English version of this two-part essay, please click here and here.

En un análisis reciente, expertos del Panel Intergubernamental de Ciencia-Política en Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES en sus siglas en inglés) evaluaron la diversidad geográfica y epistémica de uno de sus informes de 2022.[1] Aunque el análisis de los autores muestra los esfuerzos por el pluralismo, la hegemonía del Occidente prevalece en tres formas interconectadas: 1) el sesgo geográfico, 2) el sesgo epistémico , y 3) la primacía del idioma inglés.[2] En efecto, la mayoría de la evidencia citada en el informe de 2022 es literatura académica en inglés producida en y sobre Europa Occidental, Canadá y Estados Unidos. La evaluación del IPBES revela no solo sus sesgos internos, sino también los de las ciencias en general. La ciencia de la invasión no es una excepción. En este campo, el sesgo geográfico que favorece sitios occidentales de producción de conocimiento es también un sesgo geopolítico que limita la capacidad de los científicos para proporcionar soluciones prácticas y justas a los problemas que los humanos y el resto de la naturaleza enfrentamos actualmente. 

Sesgo geopolítico 

Otra evaluación del IPBES de 2023 sobre “especies exóticas invasoras y su control” reporta “vacíos regionales de datos y conocimientos” en las llamadas “economías en desarrollo.”[3] Asimismo, un estudio publicado en 2022 que evaluó los niveles de consenso y controversia en la ciencia de la invasión encuestó a 698 científicos y practicantes de la disciplina, pero la mayoría (65%) representaban a países occidentales.[4]

De los treinta y tres autores originales de los marcos conceptuales más influyentes en el campo, veintiséis residen en Europa, tres en Sudáfrica, y cuatro (uno cada uno) en Australia, Canadá, Nueva Zelanda y Estados Unidos.[5] Aunque Sudáfrica no es un país occidental, experimentó el asentamiento colonial europeo y el régimen apartheid más grande e influyente de África del Sur, lo que impuso por muchas décadas nociones de “desarrollo” capitalistas y de supremacía blanca. Actualmente, y en buena parte por este legado, la Sudáfrica poscolonial y post- apartheid es globalmente percibida como el país “más desarrollado” del África subsahariana. Y sus instituciones académicas—especialmente las universidades históricamente blancas—producen ciencia internacionalmente reconocida en correspondencia con los marcos hegemónicos occidentales que definen ciencia y sociedad.[6]

Sesgo epistémico 

El informe del IPBES de 2023 también enfatiza “vacíos de información en especies exóticas invasoras de particular relevancia para pueblos indígenas y comunidades locales.”[7] Aunque diversas, algunas epistemologías indígenas tienden a ser relacionales y no lineales, centrándose en el cuidado de la naturaleza humana y más que humana.[8] Esto contrasta con las epistemologías aristotélica y cartesiana que han dominado las formas occidentales de pensar y de vivir. Por lo tanto, dadas las diferencias en los sistemas de valores y la hegemonía de la mentalidad desarrollista occidental, parece difícil incorporar las epistemologías indígenas en la ciencia y práctica de la invasión. Cuando se trata del manejo de invasiones, surgen conflictos que pueden resultar en violencia epistémica.[9]

Además, invocando el principio del rigor, la ciencia occidental dominante a menudo descuida el conocimiento y las percepciones de las personas “no expertas”. Un análisis bibliométrico de artículos en inglés en The Web of Science alerta que, aunque la participación pública en la ciencia de la invasión ha aumentado, el tipo de participación que contrarresta sesgos epistémicos y equilibra las relaciones de poder sigue siendo escaso.[10] Por lo general, los sistemas científicos siguen subestimando y por tanto no financian procesos de participación más allá de la academia, lo que a su vez desalienta a los trabajadores científicos de co-diseñar actividades con otros actores.[11]

La primacía del inglés

Debido a que las culturas, epistemologías, y geografías influyen en las lenguas que hablamos, las traducciones multilaterales son un desafío para las interpretaciones de conceptos que a la larga determinan las posibilidades de consenso entre actores en el manejo de invasiones.[12] Sin embargo, para poder llamarnos científicos, tener una oportunidad de reconocimiento y, en consecuencia, acceder a trabajos, tenemos que publicar en inglés en revistas académicas que supuestamente son de “calidad superior”. El idioma inglés es la lengua franca de la ciencia, y por esa razón escribí este ensayo en inglés originalmente.[13]

A pesar de las muchas revistas académicas y datos en otros idiomas (por ejemplo, Scielo y Dialnet para portugués y castellano respectivamente), las revistas en inglés de editoriales occidentales multinacionales (ej., Elsevier, Springer, Taylor & Francis, Wiley) son percibidas globalmente como más prestigiosas, otorgándonos mayor credibilidad si publicamos artículos en dichas revistas.[14] Para la ciencia de la invasión y su práctica, esto tiene serias implicaciones, ya que hay términos difíciles de traducir en otros idiomas que incorporan conocimiento ecológico crítico.[15] Las fuentes en otros idiomas proporcionan perspectivas fundamentales para la comprensión del ambiente y su dinámica, como sugiere un estudio recientemente publicado (en inglés), que destaca la contribución de 15 idiomas en la documentación de los costos económicos de invasiones biológicas.[16]

Las sinergias

Los sesgos geopolíticos y epistémicos se alinean para mantener la primacía del inglés, pero otros idiomas europeos como el castellano (mi lengua materna) y el francés le siguen de cerca en términos de dar credibilidad a autores y revistas. Por ejemplo, el castellano de España (más que de la región hispanohablante de América) y el francés de Francia (más que de la región francófona de África) dominaron la base de datos de documentos multilingües que reportan el costo económico de las invasiones biológicas.[17] Más aun, una evaluación de artículos académicos de las ciencias sociales indica que los artículos de autores en el Occidente tienden a reclamar la universalidad de sus resultados e interpretaciones, mientras que los artículos de autores de otras regiones geopolíticas no generalizan de esa manera.[18] Aunque los estudios de invasiones usualmente especifican las ubicaciones geográficas, las perspectivas occidentales reduccionistas de lo que es riguroso, valioso y/o verdadero no solo entorpecen la justa consideración de otras geografías, epistemologías e idiomas, sino que también limitan la producción científica fuera del Occidente. 

Muchas personas están proponiendo (e implementando) acciones para abordar los sesgos antes mencionados. Las referencias en este ensayo transmiten algunas de ellas, así como las publicaciones de EHN. Pero los sesgos sistémicos descritos aquí se retroalimentan en un ciclo complejo que es difícil de romper. Aunque varios profesionales reconocen el problema desde adentro, los medios para implementar soluciones sistémicas a menudo están más allá de sus posibilidades. En muchos casos, además, los críticos internos del sistema, a pesar de sus ventajas relativas, también son víctimas de condiciones laborales precarias y altamente desiguales, así como de violencia epistémica en el sector científico global.[19] Sin embargo, como científicos, formuladores de políticas, y practicantes del sector, tenemos la responsabilidad de presionar para conseguir cambios sistémicos en nuestros espacios de influencia para progresar en la justicia ambiental y social, el pluralismo y la descolonización.[20]

Las fallas del sector reflejan órdenes mundiales político y económico poderosos que moldean a las sociedades humanas.[21] Hay numerosos ejemplos de cómo estos órdenes manipulan las agendas ambientales y conservacionistas globales para perpetuar la modernidad occidental, incluyendo la colonialidad y la neo-colonialidad capitalistas.[22] No obstante, sigo confiando en que la ciencia, y en especial la ciencia de la invasión, está cambiando.[23] La evaluación del cambio transformador del IPBES proporciona un rayo de esperanza de que las ciencias están avanzando, según un profesional, “hacia la justicia y el abordaje de las causas político-económicas raíz del declive de la naturaleza.”[24] Como decimos en mi archipiélago natal, la esperanza es lo último que se pierde. 

A continuación, mi discusión ilustra cómo la hegemonía del Occidente también se manifiesta en el proceso de invasión biológica. 

La hegemonía del Occidente en la ciencia de la invasión: los imperios europeos y el problema de las especies invasoras 

Imágen hecha en Canvas por la autora.
[Descripción de la imagen: Una infografía con título central, “Invasiones biológicas”, rodeado de cinco cajas con íconos y títulos: “Propósitos de introducción”, “Establecimiento”, “Dispersión”, “Movimiento global”, e “Impactos.”]

Actualmente una porción significativa de la comunidad científica ambiental considera a los agentes que experimentan las invasiones biológicas (es decir, especies invasoras) como una de las cinco causas directas del declive global en biodiversidad.[25] ¿Pero qué es “invasión biológica”? Según el Marco Unificado para las Invasiones Biológicas, es un proceso complejo en el que especies introducidas en un espacio al que no podrían haber llegado sin ayuda humana, establecen poblaciones viables que se auto-sostienen y se dispersan significativamente.[26] Las especies invasoras son agentes complejos, pero en los círculos donde se formulan políticas, los científicos y comunicadores de la ciencia usualmente enfatizan los impactos negativos de estas especies.[27]

Una revelación impactante me golpeó hace años cuando estaba haciendo mi investigación de doctorado. El proceso de invasión biológica y el campo de la ciencia que lo estudia e intenta “resolverlo” están atrapados en el mismo bucle conceptual en la medida en que ninguno desestabiliza la hegemonía del Occidente. Esto tácitamente nos obliga a aceptar una contradicción interna, ya que tanto el problema como su solución tienen el mismo origen epistémico. Es una paradoja, pero no atípica. Otros muchos ejemplos vienen a mi mente donde respuestas a problemas derivados de la hegemonía capitalista del Occidente reproducen las asunciones fundamentales de la cosmología hegemónica occidental. Por ejemplo, pienso en los esquemas de conservación en África del Sur que desplazan, alienan y marginan a los pueblos locales e indígenas mientras generan ganancias para una élite internacional a través del turismo de lujo, o la idea de la economía “verde” que corporaciones transnacionales están usando para seguir consolidando su control sobre recursos naturales en un proceso continuo de marginalización de las comunidades locales.[28]

Los humanos han movido especies por el mundo desde la antigüedad.[29] Sin embargo, el colonialismo imperial europeo marcó un hito, no solo para el ascenso global del Occidente y el capitalismo, sino también para el establecimiento de especies introducidas, algunas de ellas clasificadas como invasoras ahora en esos territorios dominados.[30] Un estudio que analizó los imperios coloniales español, portugués, neerlandés y británico muestra que existe una consistencia en la variedad de la flora exótica (no nativa o introducida) en regiones que fueron ocupadas históricamente por el mismo imperio.[31] Este patrón de consistencia aumenta con la duración de la ocupación colonial. Más aun, los centros de similitud coinciden con centros económicos y administrativos (ej., Sudáfrica y la región Indo-Malaya para el imperio neerlandés, México para el imperio español). Como el estudio sugiere, el colonialismo europeo—un catalizador de la hegemonía occidental y su asociada “modernidad”—re-distribuyó humanos y otras especies globalmente, dejando una huella profunda en el proceso de invasión biológica.

El colonialismo de asentamiento, el desplazamiento y las migraciones forzadas, la esclavitud, la urbanización, la industrialización y los procesos inter-relacionados de explotación y extracción a largo plazo han modificado los sistemas socio-ecológicos de las metrópolis y colonias, moldeando los territorios que vemos actualmente y sus ensamblajes de especies. Un estudio da cuenta de la influencia de los colonos en la historia ambiental de Chiloé (actual Chile), describiendo las dinámicas de introducciones, asimilaciones, explotaciones y apropiaciones bio-culturales, donde evolucionó un “nuevo” sistema socio-ecológico de coexistencia desigual entre especies.[32] Del mismo modo, otros dos estudios reflexionan sobre la rápida asimilación bio-cultural de cerdos salvajes por parte de los pueblos indígenas en Hawái después de que los colonos europeos introdujeron los cerdos en el siglo XIX, un proceso ligado a otros cambios socio-ecológicos drásticos que aún se están desarrollando.[33] En Sudáfrica también (y más generalmente en África del Sur), las historias de los colonos que se asentaron han tenido una influencia significativa en las relaciones entre humanos y otras especies, lo cual ha resultado en cambios continuos en las percepciones hegemónicas de las especies nativas y no nativas. 

Aunque las olas de introducción de especies por las administraciones coloniales satisficieron diferentes roles económicos y sociales, dependiendo del objetivo de “desarrollo” del momento, las actitudes coloniales hacia aquellas especies introducidas que una vez fueron útiles (y todavía lo son) y hacia la biodiversidad nativa cambiaron con el tiempo en África del Sur.[34] Por ejemplo, al final de la Primera Guerra Mundial, ocurrió una creciente identificación de los colonos y sus descendientes con la biodiversidad nativa como una de las muchas maneras de legitimar su pertenencia y afianzar su poder a expensas de los muchos pueblos indígenas en África del Sur.[35] De manera similar, en Laikipia (actual Kenia), los colonos han justificado su propiedad continua de la tierra en parte usando los conceptos de invasión biológica y conservación a su favor.[36]

La hegemonía del Occidente es una causa general de problemas ambientales globales tales como las invasiones biológicas. Pero esta misma hegemonía define las prácticas conservacionistas y ambientales que han surgido como respuesta a las invasiones, como académicos críticos dentro la ciencia occidental han denunciado en sus llamados a avanzar hacia soluciones transformadoras.[37] Mientras tanto, la evaluación global del estatus de especies invasoras del Panel Intergubernamental de Ciencia-Política en Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES en sus siglas en inglés) nos alerta del aumento de invasiones biológicas y sus impactos negativos en el futuro si no contrarrestamos los factores causantes y cambiamos las prácticas dominantes.[38] Un ejemplo prometedor viene a la mente: la Visión Masái de Conservación del espacio que han co-habitado por cientos de años.[39] Quinientos veinte ancianos, mujeres y jóvenes masái de 26 aldeas se unieron para crear “una alternativa al modelo de conservación colonial capitalista, violento y de fortificación que han impuesto en [nuestra] comunidad masái, conduciendo a la alienación de [nuestra] tierra”. En su visión, “La tierra, la gente y el ganado no pueden separarse. [Nosotros] los masái tenemos el conocimiento tradicional y las habilidades para manejar [nuestra] tierra y lidiar con especies de plantas invasoras.” Su visión es un rayo de esperanza, recordándonos que los problemas ambientales de nuestro tiempo—las invasiones biológicas entre ellos—pueden y tienen que ser abordados de forma diferente.

Agradecimientos
Quiero agradecer a Samia Cohen por su detallada y abarcadora revisión de la versión original en inglés y a Carmen Sanchis-Sinisterra y Alexandra Wingate por su revisión de la traducción al castellano. Su ayuda fue invaluable para hacer mi traducción coherente. Muchas gracias al equipo editorial por hacer la experiencia tan divertida siempre, y por proponer la publicación de la traducción en castellano, especialmente a Genie, Deniz y Teja. También quiero agradecer a Jana Fried, John R. U. Wilson y Katharina Dehnen-Schmutz por sus comentarios críticos y sugerencias a la versión en inglés.


[1] IPBES, “Methodological Assessment Report on the Diverse Values and Valuation of Nature of the Intergovernmental Science-Policy Platform on Biodiversity and Ecosystem Services” editado por Patricia Balvanera, et. al. (secretariado de IPBES, Bonn, Alemania, 2022); IPBES junta “científicos seleccionados y poseedores de conocimiento (‘expertos’) para hacer evaluaciones que informan las políticas internacionales para contrarrestar la crisis planetaria.” IPBES trata de/intenta considerar diversas regiones y diversos sistemas de conocimiento en sus evaluaciones; Secretariado IPBES, “About. What is IPBES?,” Intergovernmental Science-Policy Platform on Biodiversity and Ecosystem Services.”

[2] Louise Guibrunet, et. al., “Geographic and epistemic pluralism in the sources of evidence informing international environmental science–policy platforms: lessons learnt from the IPBES values assessment,” Global Sustainability 7, no. e36 (2024). Con raíces en los imperios griego y romano, “Occidente” es un concepto fluido que cambia dependiendo de la perspectiva (ej., cultural, geográfica, política, histórica, etc.). Sin embargo, para el propósito del presente ensayo, “Occidente” se refiere a una entidad geopolítica representada por un bloque de países capitalistas con hegemonía global cuya supremacía histórica y clasista desde aproximadamente el siglo XV ha impuesto la globalización de sus conceptos de modernidad, desarrollo y comportamiento, estableciendo un modelo de cómo las sociedades humanas deben desarrollarse (Anievas y Nişancıoğlu 2015). Este bloque incluye Europa occidental y aquellas excolonias europeas que experimentaron colonialismo de asentamiento a tal escala que su población post-colonial es mayoritariamente de ascedencia europea (es decir, Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda). La hegemonía del Occidente no podría haberse conseguido de ninguna manera a través de su supuesta ‘superioridad divina intrínseca’, como el Eurocentrismo ha defendido históricamente. Más bien, fuerzas exógenas que incluyen los legados tecnológicos y culturales de los imperios mongol y otomano, así como pueblos sometidos al colonialismo occidental, siempre han contribuido al desarrollo de Occidente; véase Anievas, Alexander y Kerem Nişancioğlu. How the West Came to Rule: The Geopolitical Origins of Capitalism. Pluto Press, 2015.

[3] IPBES, “Summary for Policymakers of the Thematic Assessment Report on Invasive Alien Species and their Control of the Intergovernmental Science-Policy Platform on Biodiversity and Ecosystem Services” editado por Helen E. Roy, et al. Bonn, Alemania: Secretariado de IPBES, 2023.

[4] Ross T. Shackleton, et. al., “Consensus and controversy in the discipline of invasion science,” Conservation Biology 36, no. 5 (2022). Estos autores informan que el 32 % de sus encuestados residían en Europa, el 18% en América del Norte y el 15% en Oceanía. No proporcionan información sobre los países de Oceanía, pero, basándome en mi experiencia en el campo de la invasión, puedo afirmar que los encuestados de Oceanía residían probablemente en Australia y Nueva Zelanda. 

[5] John R. U. Wilson, et. al., “Is invasion science moving towards agreed standards? The influence of selected frameworks,” NeoBiota 62 (2020), 569–590.

[6] Thriven Reddy, “Higher education and social transformation in South Africa Case Study Since the Fall of Apartheid,” Cahiers de la recherche sur l’éducation et les savoirs [Online], 5 | 2006, 121-145.

[7] IPBES, “Summary for Policymakers of the Thematic Assessment Report on Invasive Alien Species and their Control.”

[8] Kurt Jax, et. al., “Caring for nature matters: a relational approach for understanding nature’s contributions to human well-being,” Current Opinion in Environmental Sustainability 35 (2018), 22–29. 

[9] Kūpa‘a K. Luat-Hū‘eu, et. al., “Understanding the co-evolutionary relationships between Indigenous cultures and non-native species can inform more effective approaches to conservation: the example of pigs (pua’a; Sus scrofa) in Hawai’i,” Pacific Conservation Biology 27 (2021), 442–450; Kūpa‘a K. Luat-Hū‘eu, Mehana BlaichVaughan, y Melissa R. Price, “Understanding local pig hunter values and practices as a means toward co-management of feral pigs (Sus scrofa; pua’a) in the Hawaiian Islands,” Ecology and Society 28, no. 2 (2023); Priscilla M. Wehi, et. al., “Contribution of Indigenous Peoples’ understandings and relational frameworks to invasive alien species management,” People and Nature 5 (2023), 1403–1414; Tsungai A. Zengeya, et. al., “Managing conflict-generating invasive species in South Africa: Challenges and trade-offs,” Bothalia 47, no. 2 (2017). 

[10] Ross T. Shackleton, et. al., “Stakeholder engagement in the study and management of invasive alien species,” Journal of Environmental Management 229 (2019), 88–101.

[11] Priscilla Ana Powell, et. al., “Insights from experiences comanaging woody invasive alien plants in Argentina,” Ecological Solutions and Evidence 4, no. 4 (2023). 

[12] Ou Qiong, “A Brief Introduction to Perception,” Studies in Literature and Language 15, no. 4 (2017), 18–28; Harri Uusitalo, et. al., “Alien Plants between Practices and Representations: the cases of European spruce and beach rose in Finland,” Plant Perspectives 2/1 (2025), 37-60; Gordon H. Copp, et al., “Speaking their language – Development of a multilingual decision-support tool for communicating invasive species risks to decision makers and stakeholders,” Environmental Modelling and Software 135 (2021).

[13]Tatsuya Amano, Juan P. González-Varo, y William J. Sutherland, et. al., “Languages Are Still a Major Barrier to Global Science,” PLoS Biology 14, no. 12 (2016); Tatsuya Amano y William J. Sutherland, “Four barriers to the global understanding of biodiversity conservation: Wealth, language, geographical location and security,” Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences, 280, no. 1756 (2013).

[14] Rusell J. Gray, “Sorry, we’re open: Golden open-access and inequality in non-human biological sciences,” Scientometrics 124, no. 2 (2020), 1663–1675. 

[15] Ismael Soto, et. al., “Taming the terminological tempest in invasion science,” Biological Reviews 99, no. 4 (2024), 1357–1390.

[16] Elena Angulo, et. al., “Non-English languages enrich scientific knowledge: The example of economic costs of biological invasions,”Science of the Total Environment 775 (2021). 

[17] Angulo et al., “Non-English languages enrich scientific knowledge.”

[18] Andrés F. Castro Torres y Diego Alburez-Gutierrez, “North and South: Naming practices and the hidden dimension of global disparities in knowledge production,” PNAS 119, no. 10 (2022). 

[19] Stasja Koot, et al., “Intimidation as epistemological violence against social science conservation research,” Conservation Biology, no. 39e (2025). 

[20] Esther Turnhout, “A better knowledge is possible: Transforming environmental science for justice and pluralism,” Environmental Science & Policy 155, no. 103729 (2024); IPBES, “Summary for Policymakers of the Thematic Assessment Report on the Underlying Causes of Biodiversity Loss and the Determinants of Transformative Change and Options for Achieving the 2050 Vision for Biodiversity” editado por Karen O’Brien, et. al. Bonn, Alemania: Secretariado de IPBES, 2024; Unai Pascual, et al., “Biodiversity and the challenge of pluralism,” Nature Sustainability 4, no.7 (2021). 

[21] Vea la antología anual sobre poder y resistencia globales “State of Power” del Instituto Transnacional (https://www.tni.org/en/topic/state-of-power); IPBES, “Summary for Policymakers of the Thematic Assessment Report on the Underlying Causes of Biodiversity Loss and the Determinants of Transformative Change”.

[22] Michele M. Betsill, et. al., “Philanthropic foundations as agents of environmental governance: a research agenda,” Environmental Politics 31, no. 4 (2021), 684–705; Bram Büscher, and Lerato Thakholi, “Convivial fences? Property, ‘right to wildlife’ and the need for redistributive justice in South African conservation,” Land Use Policy 141 (2024), 107–134; Tim P. Clark, y Andrés M. Cisneros-Montemayor, “Colonialism and the Blue Economy: confronting historical legacies to enable equitable ocean development,” Ecology and Society 29, no. 3 (2024); Charis Enns y Brock Bersaglio, Settler Ecologies: The enduring nature of settler colonialism in Kenya. Toronto: University of Toronto Press, 2024; Frank Matose, “Hidden Struggles in Conservation: People’s Resistance in Southern Africa,” en The Politics of Nature and Science in Southern Africa, editado por Maano Ramutsindela, Giorgio Miescher y Melanie Boehi. Basler Afrika Bibliographien, 2016, 311–22; Charlie Shackleton y Nanamhla Gwedla, “The Legacy Effects of Colonial and Apartheid Imprints on Urban Greening in South Africa: Spaces, Species, and Suitability,” Frontiers in Ecology and Evolution 8 (2021); Ysabel Muñoz Martínez, “Seeking Justice in Transitions: On Sámi and Mapuche Struggles with Green Colonialism,” Environmental History Now, May 1 (2023); Marja Spierenburg y Harry Wels, “Conservative philanthropists, royalty and business elites in nature conservation in Southern Africa,” Antipode 42, no. 3 (2010), 647–670; Lerato Thakholi y Bram Büscher, “Conserving inequality: How private conservation and property developers ‘fix’ spatial injustice in South Africa,” Environment and Planning E: Nature and Space 7, no. 1 (2021); Chantal Elizabeth Wieckardt, Stasja Koot, y Nadya Karimasari, “Environmentality, green grabbing, and neoliberal conservation: The ambiguous role of ecotourism in the Green Life privatised nature reserve, Sumatra, Indonesia,” Journal of Sustainable Tourism 30, no. 11 (2022), 2614–2630.

[23] Biodiversity and Ecosystem Services Network, Indigenous Peoples and Local Communities and the Management and Control of Invasive Alien Species; Massai Community Members y Massai International Solidarity Association, “A Massai Conservation Vision”, 2024.

[24] Esther Turnhout, “And finally, the IPBES #TransformativeChange assessment has been approved! Happy and proud of what we have achieved. Hope that this will change the narrative of #Biodiversity #Conservation towards #justice and addressing the political-economic root causes of nature’s decline”, LinkedIn, 16 de diciembre, 2024; TaketoNews, “Current form of nature protection is inadequate: only an integrated approach can combat species loss”, 18 de diciembre, 2024.

[25] Sandra Díaz, et al., “Pervasive human-driven decline of life on Earth points to the need for transformative change,” Science 366, no. 6471 (2019). 

[26] El Marco Conceptual Unificado es uno de los marcos conceptuales más influyentes para estudiar y entender las invasiones biológicas, es decir, en la ciencia de la invasión, desarrollado por Blackburn et al. (2011); Tim M. Blackburn, et al. “A proposed unified framework for biological invasions,” Trends in Ecology and Evolution 26, no. 7 (2011), 333-339. 

[27] El reporte IPBES (en sus siglas en inglés) enfocado en el asunto define especies invasoras como “un sub-grupo de especies exóticas establecidas que se dispersan y tienen un impacto negativo en la biodiversidad, ecosistemas locales y especies”; IPBES, “Summary for Policymakers of the Thematic Assessment Report on Invasive Alien Species and their Control of the Intergovernmental Science-Policy Platform on Biodiversity and Ecosystem Services” editado por Helen E. Roy, et al. Bonn, Alemania: Secretariado de IPBES, 2023.

[28] Bram Büscher y Lerato Thakholi, “Convivial fences? Property, ‘right to wildlife’ and the need for redistributive justice in South African conservation,” Land Use Policy 141 (2024), 107-134; Bernard Moore y Luregn Lenggenhager, Space is the Ultimate Luxury: Capitalists, Conservationists, and Ancestral Land in Namibia, editado por Preben Kaarsholm y Jeremy Prestholdt. Leiden: Brill, 2025; Serie “Green Economy” del Instituto Transnacional; Democracy Now!, “Criminalizing Dissent: Greenpeace Ordered to Pay $667M to Dakota Access Pipeline Firm over Protests,” 2025. 

[29] Jodie Frawley y Ian McCalman, eds., Rethinking Invasion Ecologies from the Environmental Humanities. Londres: Routledge, 2014. 

[30] Alexander Anievas y Kerem Nişancioğlu, How the West Came to Rule: The Geopolitical Origins of Capitalism; Frawley y McCalman, Rethinking Invasion Ecologies from the Environmental Humanities; Kūpa‘a K. Luat-Hū‘eu, et. al., “Understanding the co-evolutionary relationships between Indigenous cultures and non-native species can inform more effective approaches to conservation: the example of pigs (pua’a; Sus scrofa) in Hawai’i,” Pacific Conservation Biology 27, no.4 (2021), 442-450; Bernd Lenzner, et al., “Naturalized alien floras still carry the legacy of European colonialism,” Nature Ecology and Evolution 6, no.11 (2022), 1723-1732; Wehi et al., “Contribution of Indigenous Peoples’ understandings and relational frameworks to invasive alien species management“; Nussaïbah B. Raja, “Colonialism shaped today’s biodiversity,”Nature Ecology and Evolution 6, no. 11 (2022), 1597-1598. 

[31] Bernd Lenzner et al., “Naturalized alien floras still carry the legacy of European colonialism,” Nat Ecol Evol. 6, no.11 (2022), 1723-1732. 

[32] Fernando Torrejón, Marco Cisternas, y Alberto Araneda, “Efectos ambientales de la colonización española desde el río Maullín al archipiélago de Chiloé, sur de Chile,” Revista Chilena de Historia Natural 77, no.4 (2004), 661-677.

[33] Luat-Hū‘eu et. al., “Understanding the co-evolutionary relationships between Indigenous cultures and non-native species can inform more effective approaches to conservation: the example of pigs (pua‘a; Sus scrofa) in Hawai’i“; Kūpa‘a K. Luat-Hū‘eu, Mehana Blaich Vaughan, y Melissa R. Price, “Understanding local pig hunter values and practices as a means toward co-management of feral pigs (Sus scrofa; pua’a) in the Hawaiian Islands,” Ecology and Society 28, no. 2 (2023). 

[34] Brett M. Bennett, “Model invasions and the development of national concerns over invasive introduced trees: Insights from South African history,” Biological Invasions 16, no. 3 (2014), 499-512; Brett M. Bennett, y Frederick J. Kruger, “Forestry in reconstruction South Africa: Imperial visions, colonial realities,” Britain and the World 8, no. 2 (2015), 225-245; Brett M. Bennett, y Lance van Sittert, “Historicising perceptions and the national management framework for invasive alien plants in South Africa,” Journal of Environmental Management, 229 (2019), 174-181; Susan Canavan, et al., “Alien Bamboos in South Africa: a Socio-Historical Perspective,” Human Ecology 47, no. 1 (2019), 121-133. 

[35] Brett Bennett y Lance van Sittert, “Historicising perceptions and the national management framework for invasive alien plants in South Africa“; Jean Comaroff y John L. Comaroff, “Naturing the Nation: Aliens, Apocalypse and the Postcolonial State,” Journal of Southern African Studies, 27, no. 3 (2001), 627-651; Lance van Sittert, “Making the Cape Floral Kingdom: The discovery and defence of indigenous flora at the Cape ca. 1890-1939,” Landscape Research, 28 no.1 (2003), 113-129; Marja Spierenburg y Harry Wels, “Conservative philanthropists, royalty and business elites in nature conservation in Southern Africa,” Antipode, 42 no. 3 (2010), 647-670; Luregn Lenggenhager, et al., eds., The Lower !Garib-Orange River: Pasts and presents of a southern African border region. Transcript Verlag, 2023; Bernard Moore, and Luregn Lenggenhager, Space is the Ultimate Luxury: Capitalists, Conservationists, and Ancestral Land in Namibia

[36] Charis Enns y Brock Bersaglio, Settler ecologies: The enduring nature of settler colonialism in Kenya. Toronto: University of Toronto Press, 2024. 

[37] Convivial Conservation, “Our manifesto,” (2024); Unai Pascual, et al., “Biodiversity and the challenge of pluralism,” Nature Sustainability 4, no. 7 (2021); Wehi et. al., “Contribution of Indigenous Peoples’ understandings and relational frameworks to invasive alien species management“; Sussana Lidström, et al., “Invasive Narratives and the Inverse of Slow Violence: Alien Species in Science and Society,” Environmental Humanities 7, no. 1 (2015), 1-40; Luat-Hū’eu et al., “Understanding local pig hunter values and practices as a means toward co-management of feral pigs (Sus scrofa; pua’a) in the Hawaiian Islands”; Priscilla Ana Powell, et. al., “Insights from experiences comanaging woody invasive alien plants in Argentina,” Ecological Solutions and Evidence 4, no. 4 (2023).

[38] IPBES, “Summary for Policymakers of the Thematic Assessment Report on Invasive Alien Species and their Control of the Intergovernmental Science-Policy Platform on Biodiversity and Ecosystem Services” 

[39] Massai Community Members, y Massai International Solidarity Association, A Massai Conservation Vision (2024).

*Imágen de portada: Imágen hecha en Canvas por la autora.

[Descripción de la imágen de portada: Una infografía sobre los sesgos en la ciencia de la invasión mostrando una ilustración de un cerebro rosado cargando una barra con pesas en el centro, y rodeado de los tres sesgos en cajas coloreadas: “Primacía del idioma inglés” en una caja rosada, “Sesgo epistémico” en una caja anaranjada, y “Sesgo geopolítico” en una caja azul—cada uno es representado con íconos como libros, figuras históricas, y un mapa mundial.]

Guest editors Dr. Carmen Sanchis-Sinisterra and Alexandra Wingate.

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